Excavaciones en Cerro Chena buscan encontrar rastros de víctimas de la dictadura militar

Marion Bellal / Radio Francia Internacional (RFI)
En Chile, el recuerdo de la dictadura de Augusto Pinochet sigue vivo. Entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990, las cifras oficiales registraron 28.459 víctimas de tortura, 2.125 muertos y 1.102 detenidos aún desaparecidos. Entre ellos, algunos fueron vistos por última vez en el Cerro Chena, a 25 kilómetros al sur del centro de Santiago. Las excavaciones comenzaron el lunes 5 de mayo, para posiblemente encontrar sus rastros.
Las familias de los desaparecidos, el servicio forense, la policía de investigaciones chilena… Todos están reunidos delante de una parte de tierra, delimitado por un alambre amarillo. El ambiente es relajado: algunos intercambios de sonrisas, algunos pájaros cantando… hasta los primeros golpes de la excavadora.
Fue aquí, en el Cerro Chena, donde hace cincuenta y dos años fueron torturadas un número indeterminado de personas, en un edificio bajo, de unos cincuenta metros de largo, hoy abandonado. Es posible que algunos reclusos fueran fusilados en las cercanías, quizá incluso un centenar.
José Miguel Gúzman es director de una asociación de salud mental que apoya a las víctimas de la dictadura chilena y a sus seres queridos. Saluda la perseverancia de las familias para que finalmente se haga justicia. El fin de la dictadura en nuestro país fue fruto de un acuerdo. Hubo una negociación política. Por lo tanto, es cierto que en varias ocasiones, las familias afectadas pudieron haber tenido la sensación de que no había una verdadera voluntad política para hacer justicia .
Mónica Monsalves León observa el trabajo de los arqueólogos con palpable emoción. Su padre, Adiel Monsalves Martínez, un trabajador ferroviario sindicalizado, estuvo cautivo aquí desde el 28 de septiembre de 1973. Los testigos dicen que le dispararon allí el 6 de octubre. Para Mónica, que tenía tres años y medio en ese momento, el día fue histórico, aunque llegó demasiado tarde. La
justicia ha avanzado con lentitud. Decimos que cuando la justicia se demora, ya no puede llamarse justicia. Porque en los últimos años, desde 2010 hasta hoy, ha habido investigaciones, avances, juicios y condenas. Pero estas sentencias llegan cuando los genocidas ya son muy mayores; son personas mayores con enfermedades propias de la vejez… Y muchos de ellos han fallecido. En cuanto al Monte Chena, no hay genocidas condenados por estos crímenes .

Pero el paso del tiempo no es el único problema. La propia superficie del
Cerro Chena complica la investigación, como señala la arqueóloga Verónica Baeza de la Fuente. Es
un lugar enorme. Es difícil delimitar un lugar como este, porque aunque existen testimonios que nos permiten tener una idea de lo ocurrido, nunca tenemos la más mínima certeza sobre el lugar donde fueron enterradas las personas .
En busca de “estigmas”
En los últimos meses se ha estado inspeccionando con un georradar las 1.200 hectáreas de la colina. Las anomalías del terreno detectadas bien podrían ocultar el cementerio clandestino que los sobrevivientes y sus familiares sospechan que existe. Pero Mónica conoce los límites de esta investigación: en 1978, el régimen dictatorial ordenó la exhumación de todos los cuerpos enterrados clandestinamente para borrar las evidencias. Los hicieron desaparecer por segunda vez. Así que lo que esperamos encontrar ahora, en este recinto militar, donde llevaron a los prisioneros desaparecidos, son estigmas. Pequeñas huellas. Fragmentos de huesos. Todos estos años hemos luchado con la esperanza de encontrar su huella .
La ministra Marianela Cifuentes, subsecretaria de Derechos Humanos, asegura que políticos y familias están ahora en la misma sintonía. El hecho de que estemos buscando, como ven, hasta que no queden más preguntas sin respuesta, es básicamente un mensaje para el futuro. Para que este tipo de acciones no se repitan .
La excavación realizada por la excavadora se intensifica. Luego, cada gramo de tierra se pasa por un tamiz y lo que no pasa por la malla se envía al departamento forense para su análisis. Por lo tanto, las familias tendrán que esperar varios meses más antes de recibir las respuestas que esperaban.